La agricultura ecológica por Ascensión Robayna

Ascensión Robayna cultiva la tierra de Lanzarote con el objetivo de proteger los ecosistemas agrarios singulares de esta isla volcánica que mantiene su corazón orgánico. Con sus manos, trabaja el campo de manera tradicional, pero no convencional, con gran pasión y romanticismo. Responder a los cuidados de la tierra con los propios recursos que esta ofrece es clave en su trabajo: «La agricultura debe ser ecológica o no ser».

Ascensión Robayna: «La agricultura debe ser ecológica o no ser»

Ascensión Vicenta Robayna Elvira nació en Montaña Blanca, un pequeño pueblo de Lanzarote situado entre montañas, desde donde se puede observar el mar. Economista de profesión, le apasionan las bellas artes: «Me siento muy afortunada de poder apreciar la belleza en el más amplio sentido de la palabra». Recuerda su infancia con gran cariño y agradece enormemente el hecho de haber nacido y crecido en una isla como Lanzarote: «Es una isla a la medida humana, de una belleza conmovedora y vulnerable a la vez. Esto ha motivado siempre en mí el deseo de protegerla y salvarla».

Decide dedicarse a la agricultura pues cree fielmente que la noble tarea de producir alimentos deber ser compatible con la conservación de los ecosistemas donde se lleva a cabo esta actividad: «Las agricultoras y agricultores estamos obligados a proporcionar servicios ecosistémicos a la sociedad».

«Cuando eres una niña rural, la naturaleza que te rodea sigue siendo tu casa. Debes cuidarla para que siga cumpliendo las funciones de cobijo, protección o mejora de la calidad de vida de sus moradores», explica la agricultora. Además, afirma que aprendió a disfrutar de la belleza de una naturaleza sobria de la mano de su madre: «Recorríamos los caminos y las veredas que nos llevaban a los viñedos de Masdache o a las vegas fértiles cercanas. Las estaciones se sucedían descubriéndonos colores, aromas, sabores, la música de esta tierra y su tacto».

Agricultura ecológica en Lanzarote

Ascensión Robayna forma parte, junto con varios socios, de Ecoagro San Bartolomé, una pequeña empresa dedicada fundamentalmente a la recuperación de fincas de parras viejas y a su cultivo de forma ecológica, contando con el sello de calidad de Agricultura Ecológica Certificada.

La agricultora explica que Ecoagro San Bartolomé surge de la idea de querer desarrollar un proyecto agrario propio a través del cual poder cuidar de los distintos ecosistemas de la isla: «La agricultura ecológica favorece la conservación de los suelos, permite acrecentar su fertilidad y la biodiversidad de estos ecosistemas».

Deciden comenzar por la recuperación de parras viejas al tratarse de una activad que les resultaba ya familiar y es que, como hemos comentado, Ascensión Robayna creció en una familia de agricultores: «Crecí entre parras y el tiempo se medía por las cosechas, igual que ahora». En la actualidad, trabajan diferentes tipos de cultivos desde los viñedos en hoyos a las legumbres o las batatas. «Siempre se han plantado parras en el perímetro de las fincas dejando en el centro espacio para cultivar otros alimentos. La diversificación de cultivos en una misma finca acrecienta la biodiversidad y enriquece estos ecosistemas agrarios».

Ascensión Robayna: «Crecí entre parras y el tiempo se medía por las cosechas, igual que ahora»

Para Ascensión Robayna atender a la biodiversidad y a las necesidades del suelo es fundamental para poder mantener un equilibrio entre la tierra y los cultivos. «La actividad agraria debe ayudar a que la naturaleza siga su curso» explica y añade que los diferentes cultivos en un mismo espacio ayudan a mantener ese equilibrio al huir de los monocultivos. Por supuesto, mantener los suelos fértiles es necesario para que los distintos ecosistemas gocen de salud y el cultivo orgánico permite la convivencia en su conjunto de distintas especies vegetales y animales.

La agricultora también colabora con la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) El Jable, un proyecto colectivo, en forma de cooperativa, que busca cultivar y conservar los ecosistemas agrarios de secano en Lanzarote. Con este tipo de proyectos Lanzarote busca defender su forma de agricultura más tradicional y mantener vivas sus señas de identidad cultural. «La gestión de lo común requiere de la cooperación entre los agricultores y las agricultoras. Esto ha sido una asignatura pendiente en la isla que hemos tratado de revertir a través del desarrollo de la SAT El Jable», afirma. 

En Lanzarote se cultivan alimentos agroecológicos en sistemas singulares patrimoniales, en suelos volcánicos y jables, proporcionando a los productos unas condiciones y características únicas. El cultivo en estricto secano en una isla con una pluviometría media anual por debajo de los 150 litros representa un factor que favorece la calidad de los alimentos producidos por el proyecto colectivo de la SAT El Jable.

Ascensión Robayna: «Esta actividad no puede ser parte del problema, debe ser parte de la solución»

«Practicando una agricultura ecológica que respeta la salud, en el más amplio sentido de la palabra, no existen grandes obstáculos», explica Ascensión Robayna al preguntarle si existe alguna dificultad a la hora de desarrollar este tipo de agricultura. «Esta actividad no puede ser parte del problema, debe ser parte de la solución. Estamos obligados a intentar aliviar los efectos perversos del Antropoceno sobre los ecosistemas en los que habitamos». Sin embargo, el cambio climático también supone un gran reto para la humanidad: «Contribuimos a aliviar sus efectos perversos poniendo en práctica dos principios fundamentales: la agroecología y la soberanía alimentaria».

Por su parte, la agricultora no cree que se haga lo suficiente en favor de la promoción de este tipo de agricultura, la cual podría funcionar como un perfecto reclamo turístico: «Debemos encontrar turistas sensibles, que sepan apreciar estos alimentos, la tierra y las personas que los cultivan», afirma y explica que son necesarias nuevas políticas que apliquen la condicionalidad del consumo de estos alimentos. «Es hora de pasar a la acción y esto supone conocer los ecosistemas agrarios, social, económica, cultural y medioambientalmente, donde cultivamos estos alimentos agroecológicos y adquirirlos», añade.

Ascensión Robayna lo tiene claro: «Para poder pensar en el mañana, la agricultura del presente debe ser ecológica o no tendremos futuro».

Paula Vera

Fotos: @arobayna

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